viernes, 25 de septiembre de 2020

Leyendas frente al Ope



Misterios casi ficticios sucedidos en el Valle de Ricote.

 

Relatos al límite


 Relatos al límite, recoge treinta relatos que van desde el terror hasta el humor, pasando por la narración desde un punto humano ambientado en hechos reales de la historia. Relatos colmados de un componente de ternura y denuncia por igual. Todos ellos escritos con el denominador común de la experiencia vital y la sensibilidad del autor.

"Relatos al límite" es una de las obras literarias más relevantes del ruedo cuentístico de la actualidad. Su autor, Jordi Rosiñol, se nos revela desnudo de prejuicios y habiendo elaborado unas narraciones perfectamente hilvanadas con su docta pluma y llenas de suspense".

Relatos al límite


Jordi Rosiñol Lorenzo, Barcelona (1968)

En la actualidad resido en Archena (Murcia) 
Apasionado en la historia de España, y en el comportamiento humano, con formación en humanidades, criminología, y gestión social media. 

- Autor de “Relatos al límite” (2018), dos ediciones del mismo, y presentaciones y ferias por distintas ciudades de España. 

Relatos al límite




"¡Madre mía! No me paran de llegar noticias buenas. Primero Mari Carmen Sinti y Jimena Tierra en sección novela y ahora en sección relatos ECI los más vendidos “Autofobia” y “Relatos al límite” de Jordi Rosiñol. Qué gran día para Tierra Trivium. No puedo estar más contenta. Enhorabuena a todos!" 


jueves, 4 de enero de 2018

Navegar sin rumbo

Navegar sin rumbo

Sentada en el banco apoyado contra la pared, cubierto bajo la marquesina de la antigua estación, allí espera ensimismada su tren una bella joven. La estación a pesar de contar y soportar sobre sus cimientos más de cien años, en su excelencia ofrece una visión intemporal, una belleza arquitectónica cuidada hasta en el último detalle de su majestuosidad decimonónica, el vetusto marco no desmerece ni un ápice el esplendor de la muchacha. La resistente candidez del rostro deja ver en algunos de sus gestos la niñez recién abandonada, es alta y delgada, y sentada se ladea sobre la madera para recoger exiguamente las piernas. Los ojos vivos azules como el mar contemplan a los escasos compañeros de andén deambulando con los hombros encogidos por el frio. Por sus rosados labios exhala lentamente el vaho producido por la baja temperatura en estas fechas navideñas, la cálida respiración emblanquece su semblante con un visillo de tinieblas blancas continuas que ascienden irremediables al cielo, la gélida temperatura cristaliza el cabello largo, rubio y ondulado que se desliza serpenteando hasta acariciar los hombros.
Triste oye el suave frenado avisando con un tímido chirrido de la llegada de un nuevo convoy, otro instante de quietud en el constante viaje hacía mil lugares sin destino cierto. Ante la soledad de la joven, un destello refleja débil en el rabillo del ojo, obligando a girar la mirada hasta cruzar y fijar en la retina la imagen de un joven sentado en el tren recién llegado. Como ella, el muchacho goza aún pueril sus atractivas facciones, imberbe medio sonríe mientras el castaño y sedoso flequillo cae anárquico sobre su frente. Reclamado con fuerza por el mismo destino sentado delante de él, levanta la mirada, y boquiabiertos los ojos de ambos recibieron un soplo mágico que detuvo el tiempo, todo a su alrededor desapareció, él entro en ella y ella en él. Se conocían, se esperaban eternamente, juntos abrieron una minúscula puerta que daba paso a un inédito mundo, un insólito universo conocido y esperado en el soñar diario de los jóvenes. Los trenes siguieron pasando, pero ellos ya no subieron a ninguno, desde ese momento y sin mover un parpado cambiaron para siempre los raíles del tedioso destino establecido, por la excitante y perpetua navegación acompañada sin rumbo fijo.
#cuentosdeNavidad

Jordi Rosiñol Lorenzo

domingo, 16 de julio de 2017

Sospechosos

Sospechosos
El Sol ocultándose tras la elegancia arquitectónica que le rodea, y de nuevo ha vuelto a perder el Bus. Baja lentamente la mirada hasta ver su mano oscura perlada de sudor, aprieta fuerte el bono-bus mensual, está hecha un manojo de nervios. El permiso para deambular entre la gente de bien está a punto de caducar. Y no quiere volver pasar por lo mismo de la última vez, no quiere que le vuelvan a humillar, no quiere volver a ser tratada como una delincuente.
En pocos minutos la Luna llena bañará las calles, y con ella alumbra el influjo del temor, nace como cada noche el miedo al diferente. Carmen sabe perfectamente que en pocos minutos mutará de inofensiva chica de servicio a sospechosa peligrosa.
Con la iluminada oscuridad no tiene donde esconderse. Los mismos vecinos que pasan por su lado sin reparar en su presencia durante la luz del día, que no reparan en ella de ocho a dieciocho horas de lunes a viernes, los mismos que le dotan de impunidad al no dignarse a bajar la mirada hasta el metro cincuenta que levanta del suelo Carmen. Para ellos, para los mismos, fuera de ese horario, ella no es más que un bulto sospechoso, cada vez más nerviosa se siente tan señalada, como si la alumbraran con cañones de luces de neón anunciando peligro.
En el silencio del atardecer, puede ver las sombras alargadas a través de los visillos blancos de los inmensos ventanales, y también le parece oír el golpeteo de los dedos blancos y estilizados marcando en la pantalla del smartfhone el número de la seguridad privada.

Parece que ya viene el siguiente bus, con retraso, pero ya llega ¡Gracias a Dios hoy se va a librar de incoherentes interrogatorios y crueles ninguneos! Si, por fin llegó, con un chirrido se detiene, y con un seco sonido de descompresión se abren las puertas de acordeón. Con un suspiro rápidamente se acomodó en el duro y acartonado asiento de escay marrón. Durante el corto trayecto hacía otro mundo, hacía su mundo, ya destensada, cansada y exhausta, Carmen con delicadeza y cariño guardo su bono transporte (pasaporte) en la fundita de color verde oliva. La cabeza no asoma por encima del asiento, y así medio escondida, cerró los ojos y volvió a fantasear un día más, como tiene por costumbre hacer durante todos los viajes de lunes a viernes, soñó despierta con sus hijos y la imagen de ellos le devolvía a su cerebro la razón, la excusa perfecta al esfuerzo y los sinsabores. Nada podía con ella, nada era más fuerte que el bienestar que les aporta Carmen tras las diez horas de luminosa impunidad en el barrio de la gente de bien.
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Operación Nikolai